jueves, 30 de junio de 2011

LA NATURALEZA DE LA SABIDURÍA


La naturaleza es sabia porque responde a las leyes divinas que dicta el creador del universo.

No hay nada en la naturaleza que sea casual, antojadizo o errático. Por medio de sus manifestaciones se reciben permanentemente las enseñanzas que debemos aprender.

Nuestra ignorancia, producto de la falta de estudio de esas manifestaciones, nos mantiene a “oscuras” en este tema y por simplismo nos limitamos a disfrutar de las bellezas que nos regala o a lamentarnos por las reacciones drásticas que en ella observamos.

Para comprender por qué disfrutamos o sufrimos las manifestaciones de la naturaleza, debemos recordar las razones por las cuales fue creada.

Los mundos son creados para posibilitar la convivencia pacífica y armónica de los hombres. La creación fija las leyes que guiarán a los mundos y a los hombres al objetivo de comunión, solidaridad y fraternidad.

Cuando el hombre altera la armonía de la naturaleza, está violando las leyes divinas que la rigen y como lógica consecuencia aquella se manifiesta dando respuesta a esa alteración.

Ya es tiempo que la mayoría de los seres humanos que habitamos este planeta comprendamos que no hay efecto sin causa, que toda acción genera una reacción y que si se siembran tormentas se cosechan tempestades. Esto lo enseña la ley de causalidad.

En tanto no tomemos conciencia de la sabiduría divina que rige la naturaleza, no entenderemos cuál es la enseñanza que nos brinda en cada una de sus manifestaciones. Al no comprender las enseñanzas que nos imparte, es posible que muchos de nosotros lleguemos a pensar que el creador actúa caprichosamente, repartiendo bellezas y catástrofes en forma indiscriminada. ¡Esto no es así!

Es el hombre el causante de todas las alteraciones que se producen en la naturaleza. Sus pensamientos destructivos generan acciones destructivas y por la ley de causa y efecto, esos pensamientos y acciones alteran el equilibrio natural que tiene todo el sistema ecológico.

La mente sana mantiene el cuerpo sano en el hombre. El cuerpo humano es el “mundo” individual en donde habita el espíritu del hombre.

La familia sana construye un hogar sano. El hogar es el “mundo” donde se desarrolla la vida en familia.

La humanidad sana mantiene un mundo sano. El mundo Tierra es el “hogar” donde habita la familia humana.

Las leyes divinas rigen la vida del hombre, de la familia y de la humanidad. El objetivo que se proponen con su eterna vigencia, es el de educar al ser humano para que viva en paz y armonía consigo mismo y con sus semejantes.

La naturaleza es sabia. La soberbia del hombre, que es la máxima ignorancia, no le permite comprender lo que la naturaleza le enseña por medio de sus permanentes manifestaciones.

El hombre de este fin de siglo, individual o colectivamente considerado, tiene el libre albedrío para adherirse o no a la convivencia armónica que requieren las leyes divinas que rigen el universo.

EL PODER DE LA RISA


Reírse es una función biológica necesaria para mantener el bienestar tanto físico como mental, una hermosa puerta para lograr la relajación, abrir nuestra capacidad de sentir, de amar, de llegar al silencio, al éxtasis, a la creatividad, sencillamente utilizando la risa como camino. La risa incluso tiene su propio lugar físico en el cerebro, que se encuentra en el córtex prefontal, la zona más humana del cerebro ya que no la desarrollan otros animales. Según los expertos en ella reside la creatividad, la capacidad para pensar en el futuro y la moral. De ahí que seamos los únicos seres con capacidad de reírnos, no de alegrarse, que es muy diferente.

Reírse es natural, de hecho, un bebé a las 36 horas de nacido puede ofrecer una sonrisa a sus padres, además los niños están mucho más dispuestos a reírse que los adultos. Un niño sano se ríe un promedio de 300 veces al día, sin embargo, a medida que crecemos la risa es cada vez más costosa, un adulto lo hace entre quince y cien veces al día.

La risoterapia es una hermosa puerta para lograr la relajación, abrir nuestra capacidad de sentir, de amar, de llegar al silencio, al éxtasis, a la creatividad, sencillamente utilizando la risa como camino.

Se utilizan técnicas que ayudan a liberar las tensiones del cuerpo y así poder llegar a la carcajada, entre ellas: la expresión corporal, el juego, la danza, ejercicios de respiración, masajes, técnicas para reír de manera natural, sana, que salga del corazón, del vientre, de un modo simple como los niños. El principio básico de la Risoterapia reside en estimular la producción de distintas hormonas que genera el propio organismo con ejercicios y juegos grupales. Su cometido es potenciar el sistema inmunitario en general y facilitar la superación de diferentes bloqueos. Se utilizan técnicas que ayudan a liberar las tensiones del cuerpo y así poder llegar a la carcajada, entre ellas: la expresión corporal, el juego, la danza, ejercicios de respiración, masajes, técnicas para reír de manera natural, sana, que salga del corazón, del vientre, de un modo simple como los niños.

El estrés es un problema importante para la salud. Hace sentir y parecer tenso, acelera el envejecimiento, puede provocar problemas cutáneos, dificultar el sueño y propiciar muchas enfermedades. En cambio, reír de ven en cuando reduce los niveles de estrés de tu cuerpo, de modo que tu aspecto es mejor y te sientes más feliz. Además, reír te ayuda a protegerte de las enfermedades asociadas al estrés, como la presión alta, los derrames cerebrales, las úlceras de estómago y las dolencias cardíacas. La risa hace que tu cuerpo libere dos tipos de hormonas naturales que te hacen sentir bien: las endorfinas y las encefalinas. La risa desencadena la liberación de sustancias químicas que combaten las enfermedades, como las células T y la inmunoglobulina, que estimula el sistema inmunológico.

CONÓCETE A TI MISMO Y MOVERÁS EL MUNDO



Imaginar un nuevo mundo no es difícil si nos basamos en la necesidad de cambio que hay en el ambiente. Sin embargo, si atendemos a lo que ocurre hoy en día, la dificultad aumenta desmesuradamente. A pesar de toda forma de desaliento, el cambio sigue siendo más necesario que nunca. ¿Qué es lo que hace que no ejerzamos un cambio profundo en nuestro mundo? Nuestro sistema de pensamiento. La forma en la que pensamos es la versión homo sapiens sapiens, que hemos heredado de nuestros padres y que, a su vez, heredaron de los suyos y así hasta llegar a unos 150.000 años atrás. Esta versión está basada en la supervivencia del individuo. Hoy en día estamos ante la posibilidad de ir más allá de esta conciencia y poder pasar de la supervivencia a la vivencia.

Si le echamos un vistazo a nuestra historia, veremos que a menudo hemos realizado cambios, algunos de ellos muy significativos, pero todos ellos alcanzaban lo más externo de nosotros. Hemos conseguido ver la realidad desde distintos prismas, pero ninguno de ellos nos ha mostrado quiénes somos nosotros. Hemos usado la historia para cambiar de color aquello que construimos a nuestro alrededor, con la intención inconsciente de anestesiar el miedo que produce no saber quiénes somos, ni de dónde venimos ni obviamente a dónde vamos. Sócrates podría decirnos que nuestros teléfonos móviles de última generación son muy bonitos, pero nos diría también que seguimos sin saber nada acerca de nosotros mismos. Pasar del sílex al microchip no es evolucionar, pasar de la ignorancia al conocimiento sí lo es.

Dame un punto de apoyo y…

¿Queremos evolucionar hasta el Homo sapiens sapiensrequetesapiens o saltar al nuevo eslabón, Homo Consciente?

Todo lo que sabemos de nosotros está marcado por nuestra cultura, nuestra sociedad, nuestra economía, nuestra ciencia y nuestra moral. Sin embargo, nosotros somos los que hemos inventado todo esto. La economía nos define: ricos o pobres; la cultura: abiertos, trabajadores o puntuales; la moral: buenas o malas personas. Todo lo que nosotros, como especie humana, hemos creado, lo usamos para definirnos. Nuestra educación no puede enseñarnos quiénes somos porque la hemos creado nosotros a ella; nuestra cultura no puede mostrarnos cómo somos porque también la inventamos nosotros a ella. Sólo aquello que nos creó a nosotros puede mostrárnoslo. Nuestra alma es en esencia la misma esencia del universo y esa esencia es nuestra creadora. ¿Nos hemos dado cuenta de que no somos conscientes de nuestra alma? Hemos perdido la percepción de nuestro punto central, de aquello inmutable que mueve nuestra vida, aquello a través de lo que percibimos la paz, el amor y la felicidad perfectos, y les hemos dejado ese papel a los sentidos físicos, que sólo nos informan de cómo sobrevivir pero no de cómo vivir. Por esta razón, nos solemos sentir tan perdidos en la vida cuando algo de lo que nosotros hemos creado va mal.

Sócrates descubrió el punto fijo que Arquímedes buscaría 200 años más tarde para mover al mundo. Denme un punto de apoyo y moveré el mundo”. Con esta afirmación, Arquímedes exponía su teoría sobre las palancas. Hoy en día hay muchas personas de buena voluntad que siguen queriendo mover al mundo hacia una nueva luz, pero carecen de poder porque no han descubierto su punto de apoyo, su alma. Sócrates lo descubrió y vio que desde esa nueva óptica todo lo que él había conocido anteriormente dejaba de tener sentido; “sólo sé que no sé nada”.

Así que si queremos un cambio mundial, necesitamos puntos de apoyo que estén estables. ¿Cómo conseguimos esta estabilidad en un mundo físico, emocional y mental completamente inestable? Aprendiendo a sentir desde nuestra alma. ¿Cómo? A través de nuestros pensamientos y emociones inestables. Ellos son la puerta que nos conduce al centro de nuestro Ser. Sin embargo, no los usamos conscientemente porque pensamos que sus causas son externas a nosotros. Creemos que sentimos miedo debido a que ocurrió esa situación temerosa, o creemos que pensamos que alguien es agradable por cómo se comporta ese “alguien” en lugar de por cómo nosotros pensamos que él es. En el caso de las emociones o los pensamientos que nosotros calificamos de negativos, esa puerta hacia el alma aún se traba más, ya que los rechazamos sin darnos cuenta de que así estamos rechazando a una parte de nosotros mismos. ¿Quién es el que siente esa emoción? ¿Y quién el que piensa ese pensamiento? Nuestras creencias y nuestra moral no nos permiten sentir ni pensar algunas cosas. Esos pensamientos y emociones, en lugar de fluir a través nuestro hacia la esencia, quedan encerrados en nuestra mente y nuestro campo emocional.

Este hecho puede manifestarse dando origen a resentimientos, adicciones, depresión, desmotivación y todo tipo de actitudes de las que nos terminamos sintiendo culpables.




La forma de dejar de pensar y sentir lo que nos hace sufrir es liberándolo y no evitándolo. Para que pueda ser liberado, nuestra mente debe ser como el nacimiento de un río. Éste no juzga si su agua está limpia o sucia, simplemente la deja correr. Si el nacimiento del río creyera que el agua sucia no es digna de pasar a través de él, entonces ésta se estancaría, no pudiendo así llegar a su origen, el mar.

Darte permiso para sentir rabia o pensar algo que produce rabia, no significa que tengas que insultar a tu pareja – eso, con suerte, aliviará la sensación de rabia pero no transformará la rabia en una guía hacia tu alma. Sentir una emoción significa pararte, ver de frente la emoción y permitirte respirarla. Cuando uno consigue hacerlo el tiempo suficiente, descubre cómo los efectos desaparecen y la emoción y los pensamientos se convierten en intensidad. Esa intensidad es nuestra alma, la puerta al conocimiento de quiénes somos, hacia el punto de apoyo que cambia al mundo entero.